Reflejos urbanos’ Exposición en Gran Café (Cáceres)21/11/13 – 19 /01/14’Cuando las ciudades sueñan colores’
Cuando las ciudades sueñan colores, los pinceles se desatan, el agua comienza a correr y el papel se tiñe del trazo de la artista; la nueva exposición de Rosana Soriano no solo debe contemplarse, sino que hay que imaginarla, reproducir la acción de cada trazo en nuestra mente, de tal manera que el proceso creativo forme parte fundamental de la experiencia artística, tanto como el resultado final. Así, Rosana Soriano aplica a la acuarela, procesos propios de la Pintura de Acción otorgada a los expresionistas abstractos americanos de mediados del siglo XX, pero cuyos delicados acabados funden lo mejor de la abstracción y la figuración, dando como resultado una colección de paisajes urbanos donde se mezcla lo real y lo imaginado.
Pero para comprender mejor esta fusión entre figuración y abstracción, debemos recurrir a la trayectoria de la artista. Sus comienzos en la pintura se caracterizaban por una figuración pura, para posteriormente dar un salto directo al informalismo, con su serie de abstracciones, cercanas al modelo de Kandinsky. Esta experiencia la situaba como conocedora de los dos lados de ‘la forma’, lo que le ha facultado posteriormente para desarrollar la colección de acuarelas que actualmente nos atañe, donde lo reconocible y lo puramente gestual conforman una única obra, sin fisuras.
Pero al detenerse en la exposición, cuadro por cuadro, observamos como este binomio ‘formal’ no se encuentra a partes iguales en todas la acuarelas, sino que más bien, y afortunadamente para el espectador, se observa cierta evolución en sus composiciones; partiendo de obras en las que la ciudad reconocible predomina claramente frente al gesto pictórico (véase obras como Porto Fino, Génova, o Junto al lago Okhrid) contemplamos como el trazo va gradualmente liberándose de la forma, adquiriendo velocidad, pasión, puro gesto, llegando a desembocar en obras donde el color y la ‘no forma’ nos conmueven directamente antes incluso de darnos cuenta de que lo que estamos viendo es un paisaje urbano (véase obras como Simbiosis o Estructura urbana). Igualmente, si seguimos esta evolución en cada obra de la exposición, podemos ir reconociendo ciertas relaciones o influencias de las vanguardias del siglo XX.
Como ya apuntamos al principio de este texto, resulta clarificador conocer la pintura de acción para poder disfrutar plenamente de esta muestra, de tal manera que cada trazo de color nos recuerda el gesto que fue, los que nos transmite directamente y casi de forma visceral el sentimiento vivido por la propia artista a la hora de realizarlo. De la misma manera podemos recurrir a los expresionistas alemanes y su ruptura con la pintura tradicional para ejemplificar la ‘lucha’ entre forma y expresión que se ha reseñado anteriormente. Tampoco podemos dejar pasar la oportunidad de hablar del color y de como Rosana Soriano lo maneja a su antojo, creando su propio ‘abanico’ de sensaciones, lo que nos remite de nuevo a Kandinsky y su teoría del color como analogía de lo sensorial, donde grosso modo, los amarillos y rojos son estridentes y pasionales a la vez que alegres, en contraposición a los azules y verdes, más calmados y fríos, pero igualmente tristes. Por tanto, tenemos ante nosotros una compleja maraña de imágenes y sensaciones, que conjuga lo real y lo irreal, todo ello para mostrarnos con éxito la visión particular que la artista tiene de las ciudades que visita, transformando la acción de visitar en la de vivir, personificando la imagen de ciudad, para convertirla en un ente vivo, que no solo enseña, sino que también siente, lo que le sirve de metáfora perfecta para proyectar sus propios sentimientos.
Tampoco podemos dejar de valorar el hecho de que Rosana Soriano afronta la creación contemporánea desde una de las disciplinas pictóricas más minusvaloradas en los últimos años, como es la acuarela. Es por ello que ‘Reflejos urbanos’ es una de esas exposiciones que nos recuerda que las técnicas artísticas son meras herramientas de expresión, vehículos que canalizan la creatividad, más allá de las modas, sin categorías ni jerarquías, donde el óleo no es más noble que la acuarela, ni la cerámica es menos que la piedra, contribuyendo con todo ello a desmitificar el carácter meramente decorativista al que parecía relegada la acuarela. De esta manera, podemos concluir que el impecable manejo con el que Rosana Soriano emplea la acuarela en sus creaciones, tanto a niveles técnicos como sensoriales, le permite expresar todo lo que se proponga, como demuestra esta exquisita colección de obras.
Julio Vázquez.-Director ejecutivo de LANZARTE