Crítica Fernando Perez

LÍNEA Y URBANO
La acuarela propicia la expresión de las actitudes más personales e intuitivas de Rosana Soriano. Su obra se traduce en una explosión de color que alcanza un impacto inmediato sobre los sentidos, además de condicionar una amplitud de respuestas emocionales. Sus aguadas fluyen enérgicas y espontáneas en composiciones que crecen sobre sí mismas, conduciéndonos a una abstracción lírica (evocadora de Kandinsky) a través de golpes de color.
Destacan sus paisajes cotidianos, extraídos de la realidad urbana que nos circunda, construidos a partir de un profundo vitalismo y un lenguaje minimalista, abstrayendo los edificios hasta convertirlos en imágenes simplificadas, en estructuras básicas, donde predominan las formas cúbicas y el trazo firme. Un mundo inacabado, donde los pequeños personajes aparecen de la nada, dormitando bajo la serenidad de la civilización.
Rosana, sin duda, ha conseguido dominar la fresca transparencia de la acuarela, construyendo un mundo nuevo, hecho de formas puras y de colores estructurados, donde todo se mueve en un perfecto equilibrio y sutil armonía.